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LOS DIRIGENTES BRILLARON POR SU AUSENCIA

29.06.2012 21:25

Por José Antonio Quintana.

                                                              Jagüeyal es uno de los siete consejos populares del municipio de Venezuela, al sur de la provincia de Ciego de Ávila, donde la tierra colorada tiñe la ropa a uno cuando pasa un vehículo a alta velocidad. A principios del siglo XX tuvo un central azucarero que paralizó sus muelas de hierro en 1930 y con ello dejó sin empleo a cientos de obreros. Todo esto lo sabe Julio Luis Sánchez, oficinista que a fuerza de talento y voluntad colaboró con emisoras de radio y periódicos. Nunca quiso abandonar aquel poblado donde las casas de madera amachimbrada, cubiertas por techos de tejas o zinc, languidecen carcomidas por los años.
 
Una de estas viviendas construidas a principios del siglo XX, es el hogar de Julio Luis.
—Entre, me dice la esposa, y desaparece por un pasillo. Enseguida veo el rostro rosado de un hombre septuagenario. Con paso lento llega a la sala y me extiende una mano temblorosa, la misma con que escribió sus reportes y comentarios acusadores antes de 1959. A simple vista no parece ser el hombre que arriesgó su vida tantas veces durante la lucha contra el dictador Fulgencio Batista.
 
«Ingresé en el periodismo en el mes de noviembre de 1953, fui corresponsal del periódico El Mundo, del noticiero de Unión Radio Cadena Nacional, Radio Cuba, Radio Legendario y Coco. A través de estos medios comencé una campaña contra los desmanes del régimen tiránico.
 
«Entre algunas de aquellas noticias recuerdo la denuncia por los asesinatos de los revolucionarios Jorge Agostini, en 1955, y Alfredo Gutiérrez Lugones, avileño que había sido herido cuando luchaba en las filas del Ejército Rebelde. Bajó a recibir tratamiento médico a Santiago de Cuba y allí lo asesinaron los esbirros sin tener en cuenta su estado físico.
 
«Otro hecho que conmocionó a la opinión pública fue la golpiza que recibió en Ciego de Ávila José Assef Yara en el mes de marzo de 1956, él era un destacado miembro del Directorio Revolucionario, incluso luego de este suceso participó en el asalto a Radio Reloj, en La Habana. La emisora CMQ divulgó la información que le envié sin quintarle un punto, todavía no me explico porqué, pues era conservadora.
 
«La famosa sección ‘En Cuba’, que publicaba la revista Bohemia y estaba a cargo de Enrique de la Osa y Carlos Lechuga, ejemplo de calidad periodística y trinchera desde la que se denunció y criticó los males sociales del capitalismo, desde los gobiernos auténticos en la década del '40 hasta Batista, también me publicó dos notas, tomadas de El Mundo. En una denuncié a los soldados que detenían en Carolina a los autos que iban del central Stewart hacia Ciego de Ávila y en la otra divulgué la paralización del comerció en Jagüeyal para conmemorar el asalto al Moncada. En esta los guardias se llevaron un fiasco porque parece que alguien les informó que yo llevaría el reporte a la Oficina de Correos para trasmitirla por telégrafo, pero cuando llegaron ya había sido enviada.
 
«Con Gustavo Cruz Ramírez, director de la emisora Radio Cuba, de Ciego de Ávila, participé en mis primeras actividades revolucionarias, una vez vino de La Habana el líder estudiantil Álvaro Barba Machado, íbamos efectuar un radio-mitín, mas la policía no lo permitió, tomó la estación y luego de mucha discusión el teniente jefe de los esbirros autorizó que marcháramos hasta el Parque Martí, y depositáramos una ofrenda floral. Ese día las integrantes del Frente Cívico de Mujeres Martianas, vestidas de negro, junto con el pueblo gritaron consignas contra Batista; en el diario El Mundo publiqué lo ocurrido».
 
Julio sonríe como un muchacho después que realiza una travesura. Se mece en su sillón preferido, donde la vista se le ha gastado de tanto leer. Militó en el Movimiento 26 de Julio y participó en acciones de propaganda y sabotaje, la más significativa durante la Huelga General Revolucionaria, el 9 de abril de 1958, por esto fue detenido dos meses. Sin embargo, no cejó por ello su rebeldía cuando regresó a Jagüeyal continuó en la lucha hasta que llegó el enero luminoso de 1959. Reincorporado al trabajo en el central, continuó colaborando con los periódicos, El Rebelde, Revolución, Adelante, Trabajadores, Invasor, Radio Reloj, Radio Surco, entre otras. Labor realizada voluntariamente, sin cobrar un centavo y a ella le debe uno de los momentos más importantes de su vida: entrevistar al Che.
 
«Él estaba enfrascado en la mecanización de la cosecha de la caña. Era su obsesión y a cada rato se le veía por los cañaverales avileños lleno de tierra, sudado, impulsando con su ejemplo aquella tarea. El 17 de febrero de 1963 trabajaba en la colonia Dolores y hasta allí fui a entrevistarlo. Se había roto la máquina, por eso aceptó responder mis preguntas porque de lo contrario no te permitía interrumpirlo para hacer declaraciones a la prensa. Junto con la entrevista que Fidel me concedió en el acopio Batalla de Imías considero la del Che como mis mejores éxitos de corresponsal».
 
La voz de Julio es un hilillo, casi imperceptible, se levanta y me dice vuelvo enseguida. Trae en las manos unos papeles amarillentos, es el recorte de Revolución, me extiende orgulloso el papel:
                                                             El Comandante Ernesto Che Guevara, que se encuentra cortando caña en la Colonia Dolores del central Venezuela respondió a nuestras preguntas. Nos dijo que había comenzado su labor a las 7 de la mañana y calculaba terminar alrededor de las 4:00 p.m. esperando cortar 20 000 arrobas de caña en menos de nueve horas. A las 11 ante meridiano ya llevaba 8 000 arrobas, viéndose obligado a hacer un alto en las labores por una pequeña rotura en la máquina cortadora. Informaron los mecánicos que le acompañaban que la máquina quedaría reparada en breve tiempo.
 
El comandante expresó al corresponsal que durante todo el tiempo que había permanecido en los cañaverales camagüeyanos había trabajado bajo la presión de los matutinos Revolución y Hoy que publicaban diariamente todo lo relacionado con su trabajo guiando una máquina cortadora de caña.
Durante la conversación el comandante Guevara (que es un gran fumador de tabacos) nos preguntó sí fumábamos, contestándolo nosotros en sentido negativo, oportunidad en que el chofer que nos acompañaba compañero Orlando Perdomo, le obsequió un tabaco para evitar que tuviera que irlo a buscar al jeep en que viajaba.
 
El comandante Guevara se demostró disgustado con los responsables del trabajo voluntario en el término de Ciego de Ávila, expresando textualmente que: “los organizadores del trabajo voluntario había brillado por su ausencia en esa ocasión”.
 
Al despedirse de nosotros el Ministro de Industrias, para reintegrarse a su labor una vez reparada la máquina cortadora de caña informó que tan pronto termine la tarea productiva partiría hacia La Habana, despidiéndose de los camagüeyanos.
 
«A los organizadores del trabajo voluntario no les cayó bien que apareciera en el periódico más leído de Cuba la crítica a su actitud en el trabajo voluntario. Me llamaron al Seccional de Partido para que rindiera cuentas de porqué había publicado aquello, cuando les dije que el Che me ordenó que así lo hiciera se acabó la reunión».