LAS TROCHAS MILITARES: SISTEMA DEFENSIVO DEL EJERCITO ESPAÑOL EN CUBA
Por juan Andrés Caballero Díez. Historiadorl, Profesor y Especialista en Historia Militar de España.
Al producirse el episodio denominado «Grito de Yara»[1] en 1868, las fuerzas españolas en Cuba apenas superaban los diecisiete mil hombres, a todas luces insuficientes para mantener el control sobre los principales núcleos de población y, al mismo tiempo, sofocar la insurrección.
La grave situación en la isla obliga al gobierno español a enviar el mayor ejército colonial visto hasta el momento [2], en una compleja operación logística con los primeros batallones y escuadrones de los Regimientos de Infantería y de Caballería, así como diversas Unidades de Artillería, Ingenieros y Ferrocarriles. Así en 1895 el Ejército español en Cuba está compuesto por 70.900 hombres y en 1898 llegaría hasta los 216.000 hombres [3].
"Cuando un pueblo llega al extremo de degradación y miseria en que nosotros nos vemos, nadie puede reprobarle que eche mano a las armas para salir de un estado tan lleno de oprobio".
Carlos Manuel de Céspedes. Manifiesto Independentista
El «Plan de Trochas» en esencia debería contemplar unas líneas de vigilancia, que, apoyadas en algunos fuertes, permitieran la impermeabilización de ciertas zonas, como las del Occidente que eran las más ricas y estaban libres de la insurrección, y fuesen complementadas por acciones reducidas, de no muy largo recorrido, desde fortines convenientemente distribuidos, que actuarían como bases de partida. Estas líneas de bloqueo se destinarían a interceptar el paso de recursos y elementos y estaba orientado a un enemigo interno (Sequera, 1996).
Este Plan [4], diseñado para la guerra contra la insurrección, consistía en dividir el terreno en sectores y colocar en cada uno de ellos un «centro militar», constituido por un fuerte con instalaciones para alojamiento, enfermería, depósitos, etc., que contase con una guarnición conocedora de la zona y que pudiera, vigilar, informar y combatir contra un enemigo que debería encontrarse en inferioridad al estar alejado de sus bases de partida. Alrededor de cada centro se concentró a los campesinos locales que formaron verdaderos poblados. Asimismo, el Plan contemplaba la construcción de una o de varias «líneas militares»que de norte a sur obstaculizaran el paso de las partidas insurrectas. (Sequera, 1996).
La lucha de un ejército regular contra una guerrilla perfectamente conocedora del territorio que pisaba y dotada de una gran movilidad, pronto se convertiría en una de las pesadillas de los mandos españoles. Favorecía a los insurrectos las características del territorio cubano, un terreno alargado y estrecho de casi 1.250 kilómetros con una anchura de entre 191 km máximo y 31 km mínimo, con una densa vegetación, con un clima tropical caluroso y húmedo y con una estación especialmente lluviosa, con la aparición de frecuentes huracanes durante los meses de mayo a octubre y hacía que el Ejército Español tuviese que hacer frente a una situación similar a la experimentada en Santo Domingo. (Galván, 2006).
Este sistema de defensa denominado de "trochas” fue diseñado para combatir la insurrección cubana desde el comienzo del alzamiento de 1868, supuso la muerte de muchos cubanos y españoles, pero era considerada como la única manera de ganar la guerra. (Miguel, 2011).
las trochas militares
Se llama trocha a "una vereda estrecha que suele servir de atajo” o a "un camino abierto en la maleza”. Las trochas militares consistían en zonas bastante más anchas, limpias de maleza y en las que se situaban a cierta distancia unos de otros una serie de fuertes y otros dispositivos de defensa convenientemente comunicados eran las únicas vías de comunicación importantes entre los distintos poblados.
Las principales trochas y líneas militares [5] fueron las siguientes:
Trochas:
Júcaro-Morón
Mariel-Majana
Bagá-Zanja (sin finalizar)
Jaimiqui-Mampostón
Aserradero-Nipe (se redujo a un simple camino)
Líneas militares:
Palmillas-Amarillas
Caibarién-Placetas
Santo Domingo-Ranchuelo
Río Hanábana
Mantua-Guane
Spíritus-Pelayo
La Trocha más importante, la de Júcaro a Morón fue construida durante la Guerra de los Diez Años o Guerra Larga (1868-1878) al igual que la de Bagá-Zanja, que no se terminó y que habría permitido combatir con más facilidad al enemigo entre las dos trochas, puesto que impedía el paso desde las Tunas al Camagüey.
Las líneas militares de observación, después fortificadas, se construyeron durante la Guerra Chiquita (1878-1880) y fueron las de Palmillas-Amarillas y Caibarién-Camajuaní-Placetas
Durante la Guerra de Independencia (1895-1898) se construyeron las líneas defensivas más importantes, la de Santo Domingo-Ranchuelo y la de Mantua-Guane; y en 1895 se realizo la trocha de Mariel-Majana y en mayo de 1897 se empieza la de Jaimiqui-Mampostón para defender a Pinar del Río. Ambas tenían el objetivo de aislar a Antonio Maceo en esa parte de la isla.
En Santiago de Cuba la línea avanzada de fuertes estaba situada en la zona de los ingenios con una longitud de casi 100 Km. y bien comunicada por una trocha, estaba constituida por fuertes y poblados.
Este sistema defensivo se completaba con una serie de líneas de observación, como las del río Hanábana, Placetas-Fomento y Spíritus-Pelayo, proyectándose otras trochas como la de Aserradero-Nipe en 1874, con un trazado de más de 100 Km. a través de una zona muy montañosa que quedó reducida a un camino militar entre Aserradero y Palma Soriano, que permitía el envío de tropas a la zona de Sierra Maestra.
Para la construcción de una trocha, primeramente era necesario crear la plataforma base donde asentar la fortificación en una zona despejada e idónea y a continuación habilitar nuevas salidas a los caminos existentes, rectificar algunos trazados, así como despejar de maleza y arbolado ambos flancos de la trocha. Esta era una primera factible de ejecutar en un tiempo más o menos corto. Lo siguiente era construir los fuertes que debían estar bien comunicados entre sí, levantando para ello torres de observación detrás de las barreras intermedias de detención. Esto constituía la defensa fija.
La defensa se complementaba con la acción móvil de vanguardias y retaguardias, con la instalación de telégrafo eléctrico y un tendido de tranvía o ferrocarril aseguraría con los coches-fuertes la rapidez y la seguridad en la comunicación, así como la movilidad en la defensa y en la vigilancia, permitiendo, asimismo, la acumulación de las fuerzas para el ataque. (Sequera, 1996, pág. 121).
Veremos las características de las dos principales trochas que se establecieron en la isla de Cuba, las de Júcaro á Morón, entre las provincias de Santa Clara y Puerto Príncipe, y la de Mariel a Majana, entre las de la Habana y Pinar del Rio; y de manera somera las otras tres trochas que no llegaron a materializarse completamente, de Bagá- Zanja, entre Las Tunas y Camagüey, la de Jaimiqui-Mampostón, en Pinar del Río, y la Aserradero-Nipe.
Ubicación de las trochas militares en Cuba.
(Fuente: (Miguel, 2011) y (Galván, 2006). Elaboración Propia)
La trocha de Júcaro a Morón
Tres años después del «Grito de Yara» que iniciaba la sublevación en Cuba, el general Blas Villate de la Hera [6] propone la construcción de una trocha o línea fortificada que discurre desde el puerto de Júcaro en la costa sur hasta el poblado de Morón en la costa norte del territorio con el objetivo de impedir la unión y el paso de unas provincias a otras de las diferentes partidas insurrectas localizadas a ambos lados de la línea, facilitando así las operaciones militares contra ellas y evitando que la guerra se extienda a las provincias occidentales.
La trocha de Júcaro-Morón [7] estaba situada en el centro de la isla, en su parte más estrecha y totalmente llana, y se disponía a partir de las serrezuelas de Camagüey y los montes de Las Villas hasta las llanuras de la costa, uniendo el puerto de Júcaro, por el sur, y Morón, por el norte, junto a la albufera de La Leche. En su acondicionamiento trabajaron, todas las fuerzas combatientes, además de los ingenieros militares, bomberos, obreros de la milicia de color y presidiarios. Se construyó deprisa, incompleta, sin un proyecto uniforme y definitivo e inicialmente muy mal, lo que obligó a ser mejorada continuamente.
Se procedió a limpiar de vegetación a lo largo de una línea de 60 km que en algunos puntos llegó a tener hasta 1 km de anchura, contando para su defensa y guarnición, en 1871, con una línea estacada de alambradas, 17 fuertes distanciados en una legua, colocándose posteriormente y retrasados otros dieciséis en los intervalos, otras posiciones a retaguardia —cuatro potentes destacamentos, con infantería y caballería, situados en Chambas, Marroquín, Lázaro López y el Arroyo de los Negros—, garitones de madera con una altura de seis o siete metros sobre el suelo levantados en las partes más cubiertas de bosque y 5.000 hombres y 10 piezas de artillería que podían trasladarse rápidamente de un punto a otro de la trocha gracias a la construcción de una línea de ferrocarril de vía estrecha [8].
Línea férrea de la trocha de Júcaro a Morón. (Foto de Oriols. Grabado procedente de la revista la
Ilustración Española y Americana del año 1897) [9]
A vanguardia una línea de 10 km de profundidad que será constantemente patrullada por 4 guerrillas montadas y un escuadrón de caballería; 500 hombres, que serán dispersados en grupos de tres a lo largo de toda la línea para vigilar los diferentes caminos, veredas y puntos de acceso a la trocha. (Galván, 2006, pág. 6). En 1875 todo el sistema defensivo estaba custodiado por unos 10.000 soldados durante el enfrentamiento con Máximo Gómez tras la invasión de Las Villas.
José G. Triay [10] escribía así en la Revista La Ilustración Española y Americana sobre la trocha de Júcaro-Morón:
Todos los fuertes tienen dos ranchos, uno capaz de contener con holgura cien hombres, y otro dividido en tres departamentos, que sirven respectivamente de habitación para los oficiales, depósito de municiones de boca y guerra, y hospital provisional para enfermos poco graves, porque para los de cuidado hay tres hospitales en Morón, Ciego de Ávila y el Júcaro.
Los recursos que se han aprontado en lo extremos de la trocha, particularmente en el Júcaro, convirtieron este puerto en un centro militar de operaciones constituyéndose en él casas‑tiendas, barracones, etc., inaugurándose un ferrocarril de sangre, que con el tiempo será el entronque de esa gran línea central que ha de atravesar toda la isla, y que ni aún los desastres actuales, ni la guerra que hace tres años ensangrienta sus campos, ha detenido su construcción. (Triay, 1871)
Considerada por los militares españoles como inexpugnable, la trocha tenía un defecto: se podía rodear por el norte entre Morón y la isla de Turiguanó, donde está la Laguna de la Leche, hay una lengua de tierras sin fortificar que permiten que pueda ser superada. Así fue atravesada en diferentes ocasiones por pequeñas partidas y mensajeros mambises.
En 1985 se produce uno de los hechos de armas más importantes llevados a cabo por los mambises en torno a la trocha: la invasión de occidente. El 30 de octubre Máximo Gómez atraviesa la trocha para avivar la insurrección en Las Villas y unirse con Antonio Maceo quien a su vez atraviesa las fortificaciones españolas el día 29 de noviembre por Santo Tomás, al norte de Ciego de Ávila, encontrándose con Máximo Gómez en Lázaro López. Ambos líderes independentistas trasladan la guerra a las provincias occidentales, amenazando la misma capital de la isla.
Mapa histórico de la trocha de Júcaro-Morón según la idea del conde de Valmaseda [11]
y Verdadero plano de la Trocha realizado sobre el terreno [12]
Tras esta acción, en 1896 es nombrado capitán General de la Isla Valeriano Weyler, en sustitución de Arsenio Martínez Campo, quien está decidido a terminar con la insurrección, imponiendo a todas las unidades en operaciones un modelo táctico a seguir para evitar ser sorprendidas en una emboscada por los mambises; de ese modo las tropas españolas serían flanqueadas por guerrillas que avanzarían en binomios.
Es durante su mando cuando se termina la trocha y se cierra el paso de la Laguna de la Leche con serie de lanchas con alambradas. En total cuenta con 68 fuertes ubicados a una distancia de 1 km entre sí. Entre los fuertes, a 500 m se ubicaba un blocao resultando un total de 67 blocaos e instalándose 401 puestos de escucha, situados éstos en número de tres entre cada blocao y fuerte, lo que significa que cada 166 metros había un puesto de escucha ocupado por cuatro hombres. Además, cada 5 km existía un cuartel cabeza de batallón y cada l5 Km. y medio un cuartel de compañía. En Ciego de Ávila una torre heliográfica emitía señales lumínicas hacia otra torre situada en Arroyo Blanco, o hacia el resto de los fortines, lo que permitía una rápida información de la presencia de las tropas insurrectas. El parque de artillería lo componían 26 cañones de diversos calibres y la guarnición de la trocha estaba formada por entre doce o quince mil soldados.
Fuerte 68 en la laguna en la trocha de Júcaro-Morón[13]
Durante el mando de Weyler las trochas cumplieron bastante bien su objetivo, aunque por no contar con los medios necesarios a tiempo disminuyó su eficacia. Según Sequera, ninguna de las trochas consiguió un bloqueo perfecto, porque todas fueron atravesadas en alguna forma aunque todas fueron muy importantes y cumplieron su misión. (Sequera, 1996).
La trocha de Mariel a Majana
Se eligió el emplazamiento de la trocha entre la bahía de Mariel, en el norte, al fuerte de la Majana, en el sur, por ser la línea más corta entre las costas norte y sur de la isla, por la facilidad de comunicación que permitía la línea de ferrocarril. En un principio iba a consistir en una línea de trincheras y empalizadas a la que se añadirían una serie de blocaos que debían de servir de protección a las tropas que la guarnecían.
Tenía una longitud de 40 km y las fuerzas que la cubrían estaban situadas en: Princesa, Lealtad, Covadonda, Baza, Murcia, Garellano, Canarias, Llenera, San Quintín, Tarifa, fuerzas de ingenieros recién llegadas, Gupuzcoa, Valladolid y Albuera. Tenía en total treinta piezas de artillería, mil caballos. (Guerrero, 1897)
Mapa de la Trocha Mariel-Majana. Disposición de las defensas. (Miguel, 2011, pág. 722)
Con la llegada del general Weyler, la estrategia española cambia completamente al pasar a una situación de ofensiva y en el que las trochas van a ocupar un papel protagonista, así se organiza la trocha mediante el empleo de una fuerza fija —la línea militar— y otra móvil, con las columnas de persecución, dividiendo además el territorio en pequeñas áreas, asignando un Batallón a cada una de ellas con la misión de batir sus límites y eliminar la presencia de partidas insurrectas. Su objeto era sofocar la sublevación, impidiendo el paso a las provincias de La Habana y Matanzas y aislando en la provincia de Pinar del Río a los grupos insurrectos de Quintín Banderas, Antonio Maceo y otros cabecillas que se tienen que retirar hacia Oriente.
Un destacamento de la Trocha Mariel-Artemisa. Según croquis de don M. Gómez. (Guerrero, 1897, pág. 129)
El general Weyler se proponer finalizar la trocha y dotar la de los medios necesarios para pacificar la provincia de Pinar del Río, pero antes de su conclusión, Maceo el 12 de marzo de 1896, cruzó la trocha. Weyler decide acabar con Maceo iniciando una ofensiva total en su contra y de manera que no se le dieses un segundo de respiro hasta que consigue derrotarlo en Cacarajícara, el 30 de abril, obligándole a retirarse.
Weyler, consideraba a Maceo como el principal obstáculo para conseguir sus objetivos de pacificación, hasta el punto que de él diría: "Me preocupa más Maceo, que en la correría a Pinar del Río había demostrado, en mi concepto, más condiciones de audacia y resolución que Gómez, el cual se limitaba a recorrer La Habana y Matanzas cuando no se le perseguía, huyendo siempre que se veía acosado". (Galván, 2006, pág. 15).
La guarnición total era de unos 12.000 hombres: 8.932 de infantería, 1.169 de caballería [14] y 1.049 de artillería con 26 piezas. Los 707 hombres de ingenieros se distribuyeron a lo largo de las tres zonas en que se dividió la trocha: de Mariel a Guanajay (12 km), de Guanajay a Artemisa (14 km), y de Artemisa a Majana (14 km). (Sequera, 1996).
A lo largo de todo el trazado se levantaron fuertes y blocaos así como tres grandes guarniciones en Mariel, Guanajay y Artemisa localidad donde se situó el mando de la trocha. Además se levantó una segunda línea defensiva con guarniciones en San Antonio de los Baños, Punta Brava y Hoyo Colorado que servían de puntos de refuerzo para la trocha y se destinaron dos cañoneros, uno en cada costa, para vigilar permanentemente sus aguas.
Los blocaos construyen en madera, generalmente de palma por ser la más abundante y robusta, y eran de forma cuadrada, con dos plantas y una garita en el techo [15].
A partir de diciembre de 1896, una vez muerto Maceo y ante los excelentes resultados alcanzados, la actividad de la trocha se redujo notablemente.
La trocha de Bagá-Zanja o del Este
Es la tercera trocha en importancia que se construyó y también la más acertada, aunque su resultado no fuera tanto como se esperaba. Se comenzó entre 1871 y 1872 situándose en el límite oriental de Camagüey, con el objetivo de impedir el paso de los insurrectos de Las Tunas.
La construcción, según el proyecto, debía extenderse a lo largo de 94 km desde el puerto de Bagá, al norte, hasta el estero de La Zanja en el sur, siendo acometidos los trabajos por unidades de ingenieros. Al igual que las anteriores, se tenía que realizar el desbroce del territorio a lo largo de todo su recorrido en una franja de unos 50 m y con fuertes situados cada 1.000 m, con torres de dos pisos y numerosos blocaos entre los mismos, protegiéndose todo su frente con una línea estacada de alambradas y empalizadas. Para el abastecimiento de los diferentes puestos militares se contaba con la construcción de una línea de ferrocarril que discurría paralelo a la misma.
Transporte de tropas por ferrocarril en Cuba. Fuente: (Sus, 1983, pág. 245)
La trocha de Bagá se convirtió en uno de los peores destinos a los que podían ser enviados los soldados españoles en Cuba. La zona donde se ubicaba era pantanosa e insalubre; las enfermedades tropicales se cebaban cruelmente sobre las tropas allí destinadas, especialmente el paludismo, estando casi dos tercios de la guarnición permanentemente enferma. La lentitud con la que avanzaban las obras provocaba la indisciplina y el alcohol se convirtió en el refugio de la guarnición para soportar las condiciones tan duras y adversas a que estaban sometidos.
D. Santiago Ramón y Cajal, quien estuvo varios meses en dicho destino como capitán médico, expresaba con estas palabras su impresión sobre destino al que había sido enviado:
"Adversa se mostró mi suerte al regentar el nuevo destino. De las deficiencias higiénicas de San Isidro certificaban, de una parte, la guarnición, casi siempre enferma en sus dos tercios, y de otra, el hecho singular de haber sido escogido dicho paraje -vasta sabana cruzada por ciénagas- como lugar de corrección de oficiales borrachos y calaveras. Uno o dos meses de destierro en San Isidro considerábase recurso heroico capaz de domar las más inveteradas rebeldías. Se decía, y no a humo de pajas, que, acabada la suave condena, los oficiales levantiscos gozaban la más dulce de las tranquilidades: los unos por haber muerto; los otros, por yacer impotentes en el lecho del dolor”. (Galván, 2006, págs. 13-14).
En 1873 su guarnición rondaba los 3.000 soldados pero el elevado coste de su construcción, la lentitud y dificultad de las obras, ser un objetivo vulnerable a los ataques de los mambises, las condiciones de vida tan duras y el tener que dedicar al ejército a su fortificación obligó a abandonar las obras cuando ya se habían construido 52 km y se había levantado una parte del trazado ferroviario. Los fuertes y blocaos ya levantados serían desmantelados en breve.
La trocha de Jaimiqui a Mampostón
Esta trocha se comenzó a construir en mayo de 1897 para defender Pinar del Río con el objetivo de aislar a las fuerzas mambisas que operaban a todo lo largo y ancho del territorio más occidental de la isla y, sobre todo, mantener cercado en esa región a Antonio. Estaba ubicada en la zona de cultivos de tabacos de gran calidad de Remates (Ciénagas). Según señala Weyler, en su libro Mi mando en Cuba:
"[…] en la zona de Remates se cultivaba el mejor tabaco de la Isla, hubo un gran empeño en salvarla, amenazada como estaba frecuentemente por los insurrectos en sus incursiones al cabo San Antonio, donde hacían con preferencia sus desembarcos, y al establecer los poblados de La Fe y Cortés se levantaron los fuertes de Paso Real y Liosca para defender el camino de Guanes a Cortés y los de San Julián y Blanquizal sobre el camino de Guanes a La Fe”. (Miguel, 2011, págs. 306-361).
Mapa de la Trocha Jaimiqui-Mampostón. Disposición de las defensas. (Miguel, 2011, pág. 719).
Se levantaron fuertes en Remates, Benito y Grifa, y después el de Encinas, que servía para enlazar ambas costas. Los vegueros hicieron los de Serranos y Jaimiquí. Se construyó un fortín en el Cayuco para cerrar aquel paso, protegiendo la vega de Saltías; el de Gener en Cueva de Vacas; otro al norte de la Ciénaga, batiendo los pasos de Cayo de los Negros y Cayo de los Serranos; uno más en Cayo de los Batineyes y otros dos en Palmerito y la Montañesa, completando la línea de comunicación de la Fe y Cortés. Los fortines se situaban cada 250 m., con 40 hombres, y tenían trincheras y abrigos protegidos por una alambrada.
La trocha de Aserradero-Nipe
Esta trocha se proyectó en 1874 por el general Concha con un trazado de más de cien kilómetros a través de una zona muy montañosa y excesivamente boscosa. El proyecto quedó reducido a un camino militar desde el Aserradero a Palma Soriano, desde el que poder operar sobre la Sierra Maestra. Su construcción hubiera sido poco menos que irrealizable, en cuanto a la cantidad de mano de obra necesaria y su dificultad para el transporte de materiales, sin que su resultado justificase tal decisión.
Conclusiones
Como muy bien dice Sequera, la fortificación utilizada durante las campañas de 1868-1898 no fue exclusivamente la de las trochas militares, sino que además hubo que preparar la defensa inmediata de las plazas de La Habana y Santiago de Cuba, para lo que fue necesario mejorar las viejas defensas existentes, añadiendo a las del frente del mar, que eran prácticamente las únicas, las de nueva planta en tierra. También se construyeron otros fuertes aislados fundamentales para la protección de las provincias y el ferrocarril.
La defensa por el sistema de las trochas realizó su papel en la lucha contra la insurrección cubana y aunque la mayoría no se terminaron de construir según estaban proyectadas sí que se justifican sobradamente durante el mandato del general Weyler, con quien producirán mejoras y modificaciones en la organización del Ejército, adaptadas en cada momento a los objetivos perseguidos.
Con la organización que realiza en marzo de 1896 se busca dar una respuesta rápida, por parte de las unidades militares situadas en las distintas zonas algo muy diferente a la táctica empleada por su antecesor Martínez Campos. Además, y debido a la estrategia de Weyler, se presta la mayor atención a las provincias occidentales de Pinar del Río, La Habana y Matanzas.
Como líneas de defensa pasiva mostraron, hasta entonces, sus debilidades acrecentadas por la desidia en su mantenimiento y refuerzo. A pesar de la confianza en ellas depositadas por militares y civiles, no llegarían a cumplir el objetivo para el cual fueron diseñadas que no era otro que el de convertirse en una muralla infranqueable, pero como parte de una estrategia ofensiva más global se convirtieron en elementos eficaces —especialmente la trocha de Mariel— para controlar el territorio e ir pacificándolo.
Actualmente se pueden contemplar dos tramos conservados de ambas líneas fortificadas, y merced a ello podemos hacernos una idea de las condiciones del servicio que debían soportar los soldados españoles en aquellos fuertes y blocaos, que llegaron a convertirse en unas de las obras de ingeniería militar más importantes jamás construidas por España en América.
Notas
[1] Episodio fundamental de la independencia cubana que tuvo lugar el 10 de octubre de 1868, cuando un grupo de hacendados reunidos en el ingenio de La Demajagua y encabezado por Carlos Manuel Céspedes proclamó la libertad e Independencia de Cuba. Al día siguiente ocuparon el pueblo de Yara, donde tuvo lugar el primer encuentro armado con los españoles. A esta acción inicial de la Guerra de los Diez Años, se la conoce con el nombre de Grito de Yara.
[2]Entre 1895 y comienzos de 1896 son enviadas a Cuba, 9 expediciones que trasladan desde la Península las tropas de refuerzo. (Miguel, 2011, pág. 191).
[3] M. Moreno Fraginals y J. J. Masó, Guerra, inmigración y muerte, p. 132. (Miguel, 2011, pág. 218).
[4] Este Plan de Trochas fue utilizado por primera vez, con gran éxito, durante los años 1870 al 1873. Posteriormente sería ampliado con el que se confeccionó para la guerra hispano-norteamericana (1898). (Sequera, 1996, pág. 119).
[5] Las Líneas Militares de defensa eran también conocidas como "medias trochas”. (Sequera, 1996, pág. 139)
[6] Conde de Valmaseda. Nació en Sestao, Vizcaya, en 1.824 y fallecido en Madrid en 1.882. Entre otros hechos importantes a lo largo de su vida, se puede mencionar que participó en el levantamiento de Vicálvaro en 1.854 y en la guerra de África. Fue Capitán General de Cuba en 1.867 combatiendo al año siguiente la insurrección independentista. Regresa a España tras dimitir de su cargo y toma parte en el golpe que proclama la Restauración borbónica. En abril de 1871, tras presentar al Ministro de Ultramar su proyecto para la construcción de una línea fortificada entre la costa sur y norte que aísle a los insurrectos de Oriente y les impida llevar la guerra a las provincias occidentales, desembarca en Júcaro para supervisar personalmente los trabajos de fortificación. En 1.875 es nombrado una vez más Capitán General de Cuba aunque dimitió un año después regresando a España, donde es nombrado Capitán General de Castilla la Nueva en 1.881. (Galván, 2006, pág. 5).
[7] Comenzó a construirse en 1.871 y sería una de las obras militares más importantes llevadas a cabo por España en el continente americano.
[8]Al comienzo sólo alcanza desde Júcaro hasta la población de Domínguez, apenas 15 km de trazado, y que se irá extendiendo paulatinamente a lo largo de toda la posición defensiva.
[9] https://www.todocoleccion.net.
[10] Periodista del Diario de la Marina.
[11] https://www.ecured.cu.
[12] Publicado en la Revista Ilustración Española y Americana, nº XXVIII, pág. 478.
[13] https://fotos.miarroba.es.
[14] La Infantería de Marina esta contabilizada entre la Infantería y la Caballería.
[15] Una de las características más curiosas estaba en el hecho de que su fabricación se llevaba a cabo en La Habana, trasladándose en piezas hasta su futura ubicación donde eran ensambladas.
bibliografía
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