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ESCARAMUSAS EN LA TROCHA


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LA INVASION EN LA PRENSA ESPAÑOLA (Parte 2 Final)

25.12.2015 10:28
Por José Antonio Quintana García 

La-invasión-en-la-prensa-española-II-y-FinalPasada la Trocha por Antonio Maceo, el 29 de noviembre de 1895, en España los medios de comunicación no tenían bien claro, o disimulaban parecerlo, el golpe que significaba el hecho. Desde Cuba tampoco se ocupaban mucho en reconocer la victoria militar que suponía, para el contingente invasor, cruzar la "infranqueable".

El 4 de diciembre, los madrileños leían en El Heraldo informaciones sobre el agrupamiento de numerosas tropas insurrectas en la región avileña, obsérvese que todavía existía incertidumbre:

"Por noticias oficiales recibidas, se conoce ya la situación que ocupaban el día 1ro. las fuerzas leales y las partidas insurrectas.

"Los rebeldes continúan reconcentrándose a los dos lados de la Trocha de Júcaro á Morón por la parte de Ciego de Ávila, ya sea para facilitar el paso de Antonio Maceo y para que vuelva Máximo Gómez a Las Villas, o ya sea porque los jefes principales de la insurrección se reúnen y conciertan sus proyectos.

"En aquella línea de posiciones, cuyo centro es Vega de Arroyo Blanco estaban el domingo las partidas de Antonio Maceo, Máximo Gómez, Roloff, Sánchez y Castillo, del lado acá de la Trocha al oeste y en la misma línea, se encuentran grupos y partidas de rebeldes, cuyos jefes son menos caracterizados."

Quizás algunos se sintieron confundidos porque el día anterior El País, también redactado en Madrid, pero de circulación nacional, había dicho: "Parece que viéndose acosado Máximo Gómez por las fuerzas del ejército que le persiguen activamente, pidió auxilio a Antonio Maceo, quien se reunió con su gente al grueso de las partidas al mando del Generalísimo, que estaba en Ciego de Ávila sobre la misma Trocha.

"Dícese que los insurrectos fueron encontrados por las columnas que les perseguían, trabándose reñido combate. Ninguna noticia concreta se ha recibido relacionada con el citado encuentro."

No faltaba el temor de un asalto, por el Generalísimo, al poblado de Ciego de Ávila. En su obra Crónica de la guerra de Cuba, que escribió Rafael Guerrero Carmona, periodista y escritor español, con datos suministrados por corresponsales de La Habana y Nueva York, fundamentalmente, refería sobre aquel momento histórico:

"Ciego de Ávila, situado en un punto medio, se encuentra defendido únicamente por un par de compañías y alguna fuerza de la guardia civil, más los enfermos del hospital que todos están armados. Su perímetro es grande y en caso de alarma las fuerzas de las representaciones de los cuerpos tienen señalado su puesto de defensa.

"Está rodeado de una valla de madera de jiquí, durísima, terminada en afiladas puntas, y tan espesa, que no puede penetrar por entre ellas el brazo de un hombre; los fortines están dispuestos de tal manera, que, en cualquier calle que se esté está dominada por dos de ellos y por la parte de la manigua cualquiera de ellos está defendido por los adyacentes.

"A pesar de todo, es muy escasa su guarnición, siendo, como es, objeto principal de las miras de Máximo Gómez, aunque no se determina a atacarlos."

Arsenio Martínez Campos, Capitán General del gobierno colonial en la Isla, fortaleció la persecución de los invasores. En Arroyo Blanco el día 1ro. de diciembre los generales Aldecoa, con 1 400 infantes, 250 caballos y tres piezas de artillería, y el coronel Galvis con 1 300 hombres armados de fusiles Máuser estaban listos para atacar a los patriotas.
Entre la Trocha y el límite de Camagüey y Las Villas, el día 2, los generales Suárez Valdés y Navarro, al frente de 3 000 hombres de todas las armas buscaban un combate decisivo.

La verdad se fue estampando poco a poco. Por ejemplo, en Barcelona La Vanguardia reprodujo, el 4 este comentario de la prensa habanera: "Preocupa mucho la presencia de Antonio Maceo en el lado de acá de la Trocha y no se explica fácilmente cómo ha podido realizar su última marcha."

Para que no cundiera el pánico, se divulgó un rumor: Máximo Gómez estaba enfermo. Abandonaría la campaña para irse a Nueva York o Santo Domingo a curarse unas llagas.

El sentido del humor, a pesar de la gravedad de los sucesos, no se perdía en algunos rotativos. El Correo Militar proponía, ante las mentiras que llegaban de Cuba, un modelo para confeccionar los partes de guerra en los cuales se daba cuenta "de haber sido dispersada la partida de en por la columna de haciéndole muertos vistos y heridos y cogiéndole caballos, monturas, fusiles, machetes,  y algunos otros efectos. Una partida de (500 o 600) rebeldes atacó a un destacamento de (15 o 20) soldados que se defendieron heroicamente, rechazando al enemigo. Dícese que ha sido muerto el cabecilla X".

La invasión continuó hacia el Occidente, la zafra sufrió inmensos daños, se incorporaron combatientes, los insurrectos adquirieron armas y municiones, el prestigio internacional de la causa independentista nunca estuvo más alto. La repercusión mediática bajó su perfil optimista. La situación en Cuba era calificada de triste, negra. La idea de que el Capitán General había fracasado fue repitiéndose en la voz de políticos, analistas. Finalmente, Martínez Campos fue destituido por inepto. Y eso que casi tuvo ganada la guerra en las planas de los periódicos.