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ESCARAMUSAS EN LA TROCHA


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CENTRAL STEWART, EL ORGULLO DE LA TROCHA

09.04.2013 23:39

 

  Por José Martín Suárez (El Bolo)

Corre el segundo mes del año 1908. Los periódicos nacionales y locales
anuncian en sus titulares el inicio de la zafra en el primer central
que se construye en Ciego de Ávila: Stewart Sugar Company.


Existe gran animación en toda la comarca. A la Terminal ferroviaria
de la cabecera del Término Municipal arriban diariamente y procedentes
en su inmensa mayoría del Occidente del país, cientos de personas que
buscan empleo en la nueva plantación azucarera.

Se reanima la vida económica de la ciudad. Los pobladores de la zona le llaman “El Orgullo de la Trocha”. 
Para la ocasión los arrendatarios del ferrocarril de Júcaro a Morón
organizan una excursión que parte de la Ciudad del Gallo, sumando a su
paso por Ciego a decenas de curiosos que quieren ser testigos de tamaño
acontecimiento. Flamean sobre la vía nuevos coches de pasajeros
adquiridos para el fin.

Al filo de las l2 del día del l6 de febrero y en medio de ruidos
ensordecedores desconocidos hasta entonces en el antiguo realengo de
Santa Rita de Sabanalamar, llega el tren excursionista al batey del
Stewart.

Boquiabiertos, los visitantes contemplan un espectáculo nunca antes visto en una finca avileña.

Domina el paisaje una gigantesca instalación fabril, levantada a l2
metros sobre el nivel del mar y a un costo que supera los tres millones y
medio de dólares, invertidos por capital norteamericano e inglés.


Es uno de los ingenios más grandes de Cuba y del mundo. El único en
poseer l3 chimeneas. Por ellas brotan al espacio enormes bocanadas de
humo grisáceo, que el viento se encarga de esparcir en la dirección que
sopla, cubriendo con su manto parte del azul celeste. Sobre el suelo
una capa de negro bagacillo combustionado se va adueñando de las calles
del batey.

Es el anuncio de que el azúcar y la caña comienzan imponer un
patrón de nefastas consecuencias para la zona y el país, la
monoproducción y la monoexportación y a definir dos polos opuestos: las
riquezas para pocos y la miseria para muchos.

Las poderosas máquinas, aparatos y locomotoras de moderna tecnología
muestran a las claras la presencia económica del imperialismo en las
llanuras de Ciego de Ávila, inaugurando un nuevo período histórico
dentro de la República Neocolonial.

Apenas un año antes, los más de 500 trabajadores que lo edifican se
lanzan al paro laboral ante los desmanes capitalistas, convirtiéndose
en la primera huelga azucarera de Ciego de Ávila, la que tiene lugar en
plena segunda intervención yanqui.

Ahora los granos nacerán de una amalgama de sacarosa y sangre, con sabor acibarado para los que anegan sudor y plusvalía.

El 15 de febrero de 1908 el periódico avileño El Pueblo publicaba:

“Ayer viernes hizo sus pagos del mes la Stewart Sugar Company y

mañana domingo rompe la molienda definitivamente.
Este gran central ocupará 3000 braceros en la zafra de este año.
Mucho personal llega a diario de Las Villas y Matanzas.
Entre el jueves y el viernes han llegado para la Stewart,

500 jornaleros.

Con este movimiento diario podemos ver lo que vale nuestro territorio

lo que alcanzará en lo sucesivo cuando el gran central Jagüeyal esté

terminado, que eso será en la segunda quincena del mes de abril.

A las 2.45 de la tarde del memorable día, como un Gigante Gulliver
que empina sus narices al cielo, comienza el Stewart a triturar los
primeros bultos de caña con sus insaciables muelas de acero y el guarapo
y la masa cocida que el vapor hace trepidar en los tachos, cristalizan
en cultura propia, preñada de una aureola casi mística, en la que los
sentidos del tacto, olfato y vista se ponen en tensión cuando suena la
sirena industrial llamando al inicio de la jornada, constancia repetida
y abarcadora de la identidad del batey y su gente que empiezan a
hincar sus raíces sobre un octaedro cristal.

Ya posee el Coloso del Sur más de 500 caballerías de tierra
fraccionadas en colonias, donde señorean los extensos plantíos de la
gramínea y cuyas hojas de verde clorofila se mueven al vaivén del
viento. Entre guardarrayas polvorientas marchan lentamente las carretas
tiradas por bueyes, animales que responden obedientemente al guajiro
cuando este emite sus ordenes en lenguaje tan pintoresco como criollo,
en pos de coger el trillo y llegar puntualmente a la grúa con la
preciada carga de cientos de arrobas de caña.

Con sello propio nace también una “dulce” identidad y cultura
agraria. El hecho económico y social continúa por su trascendencia y
rompe las fronteras locales.

El Diario de la Marina, en la edición del martes 14 de abril de
1908, en su sección Económica, da a conocer a todo el país la noticia
de que:

“Desde mediados de febrero se practica la zafra con gran actividad
en el central Stewart Sugar Company, instalado a a pocas leguas de ciego
de Ávila.

Este central acabado de montar con los aparatos más modernos y
potentes, es administrado con gran pericia y admirable tesón por el
señor Alberto Lamar y dotado de excelente personal, viene rindiendo en
buenas condiciones 1200 sacos diarios, con muy firmes posibilidades de
hacer 140 000 sacos en toda la zafra, pero estos cálculos muy bien
fundados en lo que respecta a los medios con que cuenta el central, en
maquinaria y buenos maestros y trabajadores lo malogrará esta vez el
terrible incendio que destruyó gran parte de los campos de caña
existentes.

De todos modos es de esperar que el central Stewart, promete ser el
año próximo y los sucesivos el que rinda mayor zafra en toda la Isla,
gracias a la inteligencia de los ingenieros de allí que dirigen la obra
industrial y del gran tacto y aptitud de su entendido administrador.

Otra de las muchas ventajas con que aquel central cuenta para el más
perfecto funcionamiento de los trapiches, es el uso de los cargadores
de caña Rodríguez, inventado y patentado por el inteligente maestro don
Ceferino Rodríguez.

Gracias a estos aparatos, la operación de descargar la caña en los
conductores del trapiche es de una forma muy rápida y descansada, con
los carros de caña sistema Rodríguez, un solo hombre hace el trabajo de
15 o 20 operarios y se distribuye la caña automáticamente, ganando
mucho en ello por su regularidad, el funcionamiento de los trapiches.

Los carros Rodríguez existen en otros ingenios del país y fuera de
él. El Stewart empleó en su primera zafra a 3 500 braceros y produjo 69
462 sacos de 13 arrobas, promediando a 250 000 arrobas de caña molida
cada 24 horas.

El primero de abril de ese propio año el barco Herbert Horn,
propiedad de la compañía Munsson Steaunship Line, cargaría en el puerto
de Júcaro el primer embarque de azúcar consistente en 21 000 sacos con
destino a los Estados Unidos de América.

Así nacía el Orgullo de la Trocha.